miércoles, 10 de agosto de 2011

La espera



No sé en qué momento dejé de ser la persona independiente, fuerte y decidida que antes era. Pensándolo bien, no sé si en algún momento lo fui. Tal vez fue sólo una ilusión, un vago reflejo de aquello que quería ser y no era… 
Todo iba bien al principio. Yo estaba segura de mi misma. Tenía muy claro lo que quería y no me esperaba nada de él. “Yo no quiero nada serio, sólo quiero divertirme. Sin complicaciones” pensaba. ¡Qué imbécil! Si llego a saber que la diversión me iba a costar tantas horas sin dormir, tantas lágrimas y tantas inseguridades… habría optado por el aburrimiento. Ese aburrimiento que ahora mismo me parece tan atractivo.
En realidad no puedo culparle a él. No puedo culpar a alguien por no quererme lo suficiente o por no pensar en mí tanto como yo pienso en él, o por no querer pasar cada segundo de su vida a mi lado sin importarle nada más. La culpa es mía por no verlo venir. Por no darme cuenta de que me estaba enamorando como una idiota y que éramos tan diferentes que nunca podríamos estar bien. Por no ver que yo daría mi vida sólo por saber que siente lo mismo que yo…  y él es incapaz de demostrar que le importo tan sólo un poco.
La culpa es mía por esperar que cambie, por esperar a que un día se despierte y se de cuenta de que lo único que le importa en este mundo soy yo, que es incapaz de respirar si no estoy a su lado, que el corazón dejaría de latirle si mis besos no le dieran la fuerza que necesita para bombear.
La culpa es mía porque sigo esperando. Me acuesto y me levanto cada día pensando que estoy cansada, que ese día nunca llegará… pero aún así… espero… y sigo esperando…

1 comentario: